martes, 1 de septiembre de 2009

pEr¡Od¡SmO dE oP¡n¡On

OFRENDA Y ARMONIZACIÓN DE LA VIDA EN LA MADRE TIERRA



Alejandra Llerena Montenegro


Son muchas las expresiones artísticas que existen en nuestro territorio, pero muy pocas las conocidas y las que tienen la oportunidad de manifestarse. Por ello, el Primer Encuentro Internacional de Culturas Andinas, realizado en San Juan de Pasto (Nariño), no representó otra cosa que el conjunto de lo que cada uno de nosotros constituye; diversidad con un sólo objetivo, reconocimiento de la propia identidad.











Fueron quince días de reflexión en los que se mezcló el saber andino ancestral y el de los intelectuales invitados. El resultado aportes significativos a lo que representan las culturas nariñenses, de América y el mundo.


Un total de cincuenta sabedores andinos, entre chamanes, taitas, curacas, mamas, yatiris y abuelos, compartieron sus experiencias ancestrales a través de conversatorios, talleres y ceremonias especiales que se realizaron en las malocas aledañas a la ciudad de Pasto.

Indígenas kallawayas de Perú, yatiris de Bolivia, mapuches de Chile y quichuas de Ecuador, compartieron con propios y turistas la sabiduría milenaria andina.

Colombia también estuvo presente en el Encuentro con comunidades indígenas como los sionas, arhuacos, wiwas, koguis, huitotos, wananos, desanas, piapocos, sikuanis, camentzá, kofanes, guambianos, pijaos y nasas. Por su parte, la etnia indígena nariñense estuvo representada por sus seis pueblos: awá, inga, eperara siapidara, kofán, quillacinga y pastos.


Para entender un poco más en qué consistió este encuentro, citemos un ejemplo, el jueves 20 de agosto del año en curso, en la Casona Taminango (Maloca Tiksi Muyu círculo sagrado) se llevó a cabo la “Ofrenda y armonización de la vida en la madre tierra”. La cual se fundamenta en la Tradición Andina Boliviana, dicha cosmovisión es la relación del ser humano con todo lo que le rodea en forma material e inmaterial, a partir del origen y la evolución de todo, donde cualquier ser evoluciona y cumple una función permanente.
La Cosmovisión Andina tiene como base la unidad entre cosmos, la naturaleza y la familia, vivir esta cosmovisión significa experimentar una vida equilibrada y humana, por ende todo daño que se haga a cualquier ser detiene la evolución, de allí que cada uno sea el responsable y juez de sus hechos.


En consecuencia, es la Madre tierra o Pachamama la diosa suprema honrada por los pueblos indígenas bolivianos, es considerada como Madre que da la vida, la alimenta y resguarda. El ritual a la Pachamama es manifestado con hojas de coca (una de las bondades que dio la madre naturaleza a las culturas de las regiones andinas amazónicas, que desde hace mucho tiempo atrás forma parte de su vida cotidiana), granos, harina de maíz, cigarros y chicha para alimentar a la Madre Tierra, se ofrece un brindis en su honor al comienzo de reuniones y fiestas y es común que derraman un poco de su trago al suelo antes de tomar el resto.

Se puede decir entonces que el resultado del tributo rendido a la Pachamama, es que cada uno de nosotros es protegido por ella, al igual que nuestra familia, ayudando también al amor, el trabajo y los negocios. Cabe destacar, que aunque la gente diga no estar de acuerdo con éstas prácticas, son cada vez más los individuos que asisten a este tipo de ceremonias. Prueba fehaciente, que demuestra de nuevo nuestra inclinación por nuestras raíces, tradiciones, cultura, saberes; pero sobre todas las cosas reconocimiento de lo que verdaderamente somos y lo que representamos en este mundo.

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